Cuenta una leyenda, que un hacendoso terrateniente llamado Martín, casado con una hermosísima mujer, vivían ambos en un gran Mas felices, mas un día recibieron la visita de un temido pirata. Este quedó prendado de la belleza de su esposa y le propuso un trato a Martín, esta petición fue rechazada de inmediato.
El pirata siguió insistiendo en sus futuras visitas, tal era el enamoramiento del corsario con esa bella mujer que finalmente ofreció todas las riquezas que obtuvo a lo largo de sus viajes. Martín con el juicio nublado por el brillo de tal cantidad de oro, accedió a intercambiar a su mujer por el tesoro.
Tan pronto el barco perdía su silueta en el horizonte, Martín se dio cuenta del gran error cometido. Sintió su corazón vacío y este dejo de latir. Murió desgarrado por el dolor y su espíritu fue condenado a vagar errante por el Mas, esperando que alguien pudiera ayudarle a recuperar a su verdadero amor.
Siglos después, un campesino adquirió el Mas para convertirlo en su hogar. En ese instante le apareció el espíritu de Martín, que le pidió ayuda para encontrar el tesoro maldito, escondido en el Mas, para deshacer el trato con el pirata.
A pesar de su sorpresa, el campesino accedió a ayudar a Federico. Juntos buscaron por todo el Mas y encontraron dicho tesoro, que fue entregado al campesino como redención para encontrar a su amada.
Federico deseaba poder estar toda la eternidad con su amada y ofreció todas sus riquezas, joyas, objetos varios, doblones y las tierras, con la última voluntad de que el campesino reconstruyera el Mas y lo convirtiera en un Museo donde su historia fuera por siempre recordada y sirviera de ejemplo a futuras generaciones y donde la pareja pudiera morar por siempre en el Mas els Doblons